1998 — Diciembre

Festejos, reconocimientos y balances personales y nacionales

Texto escrito por Jamil Mahuad, presidente de la República, tomado de Así dolarizamos al Ecuador:

En declaraciones a los medios, Michel Camdessus aprove­chó para alabar mi gestión como alcalde de Quito al unirla con el éxito obtenido con el Bono Solidario: “Creo que el país va a exportar el petróleo, el Centro Histórico de Quito y el Bono, porque ustedes están pagando a un millón de personas sin haber creado ni un solo puesto público”
Me sentí muy orgu­lloso de haber liderado la concreción de dos de estos “produc­tos de exportación” en mi trayectoria pública: la rehabilitación y la puesta en valor del Centro Histórico de Quito como alcalde de la ciudad y el Bono Solidario como presidente del país. De hecho, para finales de 1998, el impacto social del Bono Solidario seguía rompiendo todas las expectativas: en el primer mes lo cobraron un total de 883.389 personas (733.213 madres y 150.176 personas de la tercera edad). Del total de beneficiarios, 54 % estaban ubicados en la Costa, 43 % en la Sierra y 3 % en la Amazonía.
Hacia finales del año recibí varias muestras de reconoci­miento a mi labor. El Municipio del Distrito Metropolitano de Quito me concedió en su sesión solemne la condecoración Rumiñahui, destinada a jefes de Estado; el diario El Comercio me eligió el Personaje del Año 1998 y el director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, anunció en Quito que me entregaría la Medalla de Oro de los Derechos Humanos.
Así mismo, en las encuestas publicadas al final del año aparecía como el presidente ecuatoriano mejor evaluado al terminar su cuarto mes de gestión desde que el país había vuelto a la demo­cracia en 1979.
Desde Guayaquil, el analista económico Walter Spurrier sintetizó en su columna del diario El Comercio el senti­miento mayoritario de la población sobre las decisiones del Gobierno en materia económica: En los cuatro meses que han transcurrido de su mandato, el pre­sidente ha mostrado coraje para tomar decisiones difíciles y habilidad para salir bien librado. Sorprendentemente, luego de multiplicar el precio del gas, reducir el subsidio eléctrico y acep­tar la línea del Protocolo de Río, tesis peruana desde enero del 42, sale en hombros de la plaza de toros (…). Conocida es la intelectualidad del doctor Mahuad, lo que requiere que sus acciones se adopten dentro de un marco coherente. El presi­dente es, además, un maestro de la comunicación y el manejo de imagen. Tanto más, entonces, el desconcierto que aún no nos diga a los ecuatorianos hacia dónde quiere llevar al país.
De esta forma cerrábamos el año con excelentes evaluaciones de gestión, tanto por parte de los encuestadores privados como de los medios de comunicación en general. No obstante, lo cerrábamos también sin acuerdos políticos para superar la brecha fiscal y aún sin programa con el FMI. Para finales del año me preocupaban las tenebrosas señales de la gran tormenta eco­nómica que se avecinaba, y que una gran cantidad de mis compatriotas no lograban ver o no querían hacerlo. Otros quizás, en cambio, la veían, pero aun así se negaban a actuar.
A finales del año, El Comercio publicó un resumen del libro Por la pendiente del sacrificio 6, en el cual Carlos Arroyo del Río, presidente del Ecuador entre 1940 y 1944, narra las condicio­nes en que recibió el país y describe los enfrentamientos polí­ticos internos que llevaron al Ecuador a estar inerme frente al Perú en la guerra de 1941 y a firmar el Protocolo de Río en 1942, mientras estábamos invadidos, para evitar una pérdida aún mayor de territorio soberano. Al leer el resumen, vi con incredulidad cómo varios elementos del canibalismo político ecuatoriano descrito por Arroyo del Río sobre la época que vivió como presidente se repetían en 1998. Recuerdo que la noche del fin de año pensé que dicho libro debería ser de lec­tura forzosa para los ecuatorianos, pues me parecía que nos ayudaría a aprender de nuestros errores.