2000 — 15 de enero

“Tú tienes derecho a soñar”: Informe a la Nación en el Congreso Nacional

Texto escrito por Jamil Mahuad, presidente de la República, tomado de Así dolarizamos al Ecuador:

¡TÚ TIENES DERECHO A SOÑAR!

Cuando rendí mi informe anual al Congreso Nacional a partir de las 10:30 de la mañana del sábado 15 de enero, el dólar había bajado a 22.000 sucres. El primer mensaje de un presi­dente de la República del Ecuador en el nuevo milenio fue motivador, optimista, fuerte, con convicción en el futuro. Su columna vertebral la formaron las siguientes ideas fuerza:

Lo peor ya pasó y lo hemos dejado atrás.

Anuncié que habíamos dejado atrás el fenómeno de El Niño, que le costó al país en dos años un total de USD 3.400 millones equivalente al 14 % del PIB; la caída del petróleo a USD 7 por barril, que llevó a la pérdida de cerca de USD 300 millones en expor­taciones; la caída de las exportaciones privadas, en concreto, del 10 % en banano por pérdida de mercados y caída de precios, del 30 % en camarón afectado por la “mancha blanca”, del 22 % en atún por saturación de los mercados y caída de precios y del 29 % en flores por la erupción de los volcanes Pichincha y Tungurahua, así como por el cierre de mercados y bajos pre­cios; y una crisis financiera sistémica generada desde mucho antes de que yo fuera presidente, pues a las dos semanas de llegar al cargo cayó el primer banco (el Banco de Préstamos), y al mes y medio quebró el segundo, el más grande del Ecuador en aquella época (Filanbanco).

Hemos saneado el sistema financiero y enjuiciado y apresado a los banqueros corruptos.

Dije que las acciones del Gobierno para sanear el sistema finan­ciero ecuatoriano habían demostrado que muchos de los pro­blemas bancarios se debieron a la crisis y también a los malos manejos de sus administradores. En ese sentido, anuncié que cerramos los bancos que habían jugado con los ahorros de los ciudadanos, y que sus gerentes inmorales fueron enjuiciados y apresados. Afirmé que ninguno de los gobiernos anteriores había actuado frente a un problema de esta naturaleza con la decisión y entereza con la que lo había hecho el actual.

Hemos avanzado en temas sociales, fiscales y ambientales.

Comuniqué que en el campo social logramos mantener con grandes esfuerzos el gasto social en el 6,3 % del PIB, que el 70 % de la población del país consumía agua potable y que el 93 % tenía luz eléctrica y recibía educación primaria, aunque resalté que aún teníamos que mejorar el acceso a la educación secundaria, pues solamente el 50 % de los jóvenes iban al cole­gio; que habíamos reconstruido 1.060 kilómetros de vías en la Costa (nunca las vías de la provincia de Manabí habían estado tan bien como ahora) y eliminado los apagones eléctricos que azotaban al Ecuador.
En el campo fiscal, anuncié que habíamos reducido el 40 % de déficit presupuestario en un año, pues recibimos un país con 7 % de déficit (con compromisos asumidos que lo habrían llevado al 11 %) y lo redujimos en nuestro gobierno de USD 1.150 millones a USD 700 millones, con lo cual hoy podíamos decir que teníamos un país con 2,5 % de déficit. En cuanto a ingresos, recordé que incrementamos el IVA con el apoyo del Congreso Nacional del 10 % al 12 % y que habíamos mejorado la estructura tributaria al eliminar exoneraciones a distintos gremios con el objeto de sanear las finanzas del Estado; además, que como el precio promedio del barril de petróleo en 1998, USD 9, subió a USD 15 en 1999, recibimos USD 414 millones más de lo presupuestado por exportaciones petroleras, incremento que financió la pérdida de ingresos por USD 340 millones que nos dejó el congelamiento del precio de los combustibles desde el mes de julio anterior.
Finalmente, en el campo ambiental recordé que el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la organización ecológica más importante del mundo, nos había otorgado el año pasado el premio Regalo a la Tierra por la decisión —innovadora y única en la región— de declarar a 1,4 millones de hectáreas en la zona del río Yasuní, área libre de explotación de recursos, con excepción del turismo ecológico.

Seguiremos avanzando

En el campo fiscal prometí que no gastaríamos ni un dólar más de los que tuviéramos como ingreso. En el campo social, anun­cié que desde meses atrás teníamos listos 300.000 millones de sucres acordados en las mesas de diálogo para obras en las comunidades indígenas y que estos no se habían usado por falta de acción de sus dirigentes 4.

4 El listado de obras fue preparado y acordado con la dirigencia de la Conaie. Ellos in­sistieron en que la firma se hiciera con el presidente de la República. Por lo tanto, fijamos una reunión para un día a las 3:00 de la tarde, y faltando 15 minutos para firmar hicieron llegar la noticia de que no se presentarían a firmar porque tenían elecciones internas en pocos días y que podrían acusarlos de gobiernistas.

En el área de inversión en infraestructura anuncié que pronto iniciaríamos la ampliación del puente sobre el río Guayas, y en el área petrolera comuniqué que en marzo inauguraríamos la ampliación del oleoducto SOTE (Sistema de Oleoducto Transecuatoriano) —que permitiría exportar 60.000 barriles diarios adicionales— y que firmaríamos el contrato de construc­ción del nuevo oleoducto para crudos pesados —con un costo de USD 500 millones y que se construiría en un plazo de 18 meses—, sumado a contratos de asociación con empresas trans­nacionales y licitaciones para la exploración de bloques nuevos. En el área de energía anuncié que ejecutaríamos una serie de proyectos para garantizar el abastecimiento de energía en el país al invertir en las plantas de San Francisco (USD 280 millones), Mazar (USD 350 millones) y Termoriente (USD 300 millones), y que habíamos firmado un contrato para iniciar la exploración del gas del golfo de Guayaquil por un valor de USD 300 millones.
Finalmente, en el área de la deuda externa anuncié que la renegociaríamos con los acreedores debido a la reciente mora­toria de pagos, pues en ese momento el Estado debía pagar por este concepto, solo en intereses, un total de USD 870 millones, que equivalía a diez veces la inversión en salud, cinco veces la inversión en carreteras y obras públicas, y tres veces la inversión en educación pública en el país para ese momento.

Seguiré gobernando en democracia.

A los pocos minutos de haber empezado miré a la cámara con intensidad, levanté un tanto la voz y, respaldando mi afir­mación con el gesto decidido de mi brazo derecho, afirmé con energía: “He llegado a la conclusión de que la dolarización es un sistema conveniente y necesario para el Ecuador”.
Recordé que habíamos garantizado la paz y el orden basa­dos en el respeto a la ley y que, mientras tanto, la Conaie mar­chaba hacia Quito para instalar un “parlamento popular” que escogería a dedo a cinco personas para que fueran el próximo Gobierno del Ecuador. “¡Valiente manera de escoger a los próxi­mos gobiernos del Ecuador!”, afirmé, pues la Constitución esta­blecía que todo ciudadano tenía derecho a ser presidente del Ecuador si se cumplía un solo requisito: ganar las elecciones.
Subrayé a los congresistas que yo era un presidente democrá­tico, pero que muchos pensaban que dialogaba demasiado y que buscaba demasiados acuerdos. No obstante, aseguré que nunca dejaría de pensar que el diálogo era la mejor manera de entendernos, pues hasta las dos guerras mundiales habían concluido con tratados firmados en una mesa luego de una negociación.
Recordé que habíamos garantizado la paz y el orden basa­dos en el respeto a la ley y que, mientras tanto, la Conaie mar­chaba hacia Quito para instalar un “parlamento popular” que escogería a dedo a cinco personas para que fueran el próximo Gobierno del Ecuador. “¡Valiente manera de escoger a los próxi­mos gobiernos del Ecuador!”, afirmé, pues la Constitución esta­blecía que todo ciudadano tenía derecho a ser presidente del Ecuador si se cumplía un solo requisito: ganar las elecciones.
Afirmé que no eran “manifestaciones” lo que había en las calles de Quito en esos días, sino combates, pues los policías nacionales —con limitaciones de recursos y de equipo— se jugaban la vida en las calles porque varios jóvenes les dispara­ban a quemarropa, y a la fecha teníamos registro de 15 policías heridos. “Ecuador”, dije, “es uno de los pocos sitios del mundo donde cuando hay heridos, los heridos son los policías y no los manifestantes, que portan armas de fuego”.
Reconocí que todos habíamos cometido errores en el manejo de este año y medio de crisis. ¿Cómo no cometerlos cuando había que tomar decisiones tan duras y tan difíciles bajo circunstancias tan apremiantes, con tan poco apoyo y tan poca ayuda? Pedí disculpas por los errores que había cometido como presidente del Ecuador y les hice una pregunta respe­tuosa a los legisladores: “¿Qué cosas van a rectificar ustedes en beneficio del país?”.

Las cosas ya empezaron a cambiar en serio.

Argumenté que si con el solo anuncio de la dolarización, hecho el domingo anterior en cadena de televisión por un presidente del que se decía que “no tiene credibilidad”, el dólar se había estabilizado aun antes de que el Banco Central del Ecuador tomara la decisión y las tasas de interés habían caído en las siguientes 48 horas, ¿cómo no estaría esperando el pueblo ecuatoriano un anuncio de esta naturaleza?

La dolarización constituye un modelo ecuatoriano: El primero en el mundo.

Resalté que la dolarización era el cambio más importante de nuestra historia económica moderna y que había sido armado por expertos y técnicos ecuatorianos, fundamentado en nues­tra cultura y en nuestra historia, y añadí que una concentración de expertos internacionales sobre dolarización estaba en esos días en Quito, compuesta por funcionarios del Banco Mundial, expertos técnicos argentinos y académicos en la materia para asesorar al Gobierno en su implementación exitosa. Incluso, afirmé, ya estaban empezando a proliferar los artículos sobre la nueva medida económica en la prensa internacional.

El Congreso va a aprobar pronto la “ley Trole”

Finalmente, anuncié a los congresistas que la próxima semana recibirían el proyecto de Ley para la Transformación Económica del Ecuador, que contendría las reformas legales para viabilizar la dolarización y que se había enriquecido con los planteamien­tos de muchos sectores. El trámite de esta ley, dije, tenía un carácter urgente.
Con el anuncio de esta ley, invité a los ecuatorianos a pensar en un futuro mejor: ¡Tú tienes derecho a soñar! (…) Tú, ama de casa que vas a com­prar en los mercados, tienes derecho a esperar que la inflación sea en el año 2000 diez veces menor que en 1999; tú, pequeño industrial que importas materia prima, tienes derecho a esperar que el dólar se fije en 25.000 sucres y no suba ni un centavo más; tú, agricultor, tienes derecho a recibir préstamos que a fin de año estén en un 10 % de interés y no con las tasas del 200 % o más que pagabas. ¡Tú tienes derecho a soñar! Eso es lo que tiene que decir la ley que apruebe el Congreso. Esa es la pro­puesta que les traigo.

LA “LEY TROLE”

Después del anuncio del Gobierno sobre la dolarización en cadena nacional y la aprobación oficial de la medida por parte del Banco Central del Ecuador el 9 y 10 de enero, respectiva­mente, el país esperaba con impaciencia el texto de la ley de la dolarización. El diario El Comercio título su edición del 18 de enero “Mahuad se rodea de expertos para la dolarización” y mencionaba a Guillermo Mondino, Jorge Vasconcelos, Eugenio Pendaz, Pablo Guidotti, Guillermo Calvo, Augusto de la Torre y Walter Spurrier. Algunos de ellos coordinaban sus asesorías a través de la Superintendencia de Bancos y Seguros.
El domingo 16 de enero, al día siguiente de mi mensaje al Congreso, empezamos con mi equipo de Gobierno la revisión final del proyecto de la Ley para la Transformación Económica del Ecuador. Juan Pablo Aguilar coordinó los aspectos jurídicos y Alfredo Arízaga coordinó los aspectos económicos. El pro­yecto contenía 69 artículos, 13 disposiciones generales y 11 dis­posiciones transitorias que reformarían una docena de leyes que habían creado anteriormente el marco jurídico para que el sucre funcionara como la moneda ecuatoriana5.
En los dos días que duró la revisión final de la ley consul­tamos sus criterios básicos con los jefes de los bloques legislati­vos que apoyaban la dolarización. Desde el 19 de enero, el primer borrador fue circulado entre los bloques parlamenta­rios para recibir comentarios, observaciones y sugerencias de reformas. Los aspectos más importantes de la ley se referían al desagio6, la modernización del sector público y la flexibilidad laboral. Una ley como esta, que trata varios temas y modifica disposiciones en diferentes cuerpos legales, suele ser llamada ‘ley ómnibus’ 7 en los Estados Unidos porque es larga y en ella “entra de todo”.

5 Para una descripción detallada del proceso de gestación de esta ley, ver el artículo de Juan Pablo Aguilar, incluido en este libro.

Cuando discutimos por primera vez el borrador de la ley con mi equipo en el Palacio de Carondelet, dije con una son­risa que debíamos llamarla “Ley Trolebús”, porque estábamos en Quito, la ciudad donde habíamos diseñado y construido el Trolebús hace unos años, y donde ahora estábamos diseñando esta ley para construir la dolarización. Señalé también que con esta ley implementaríamos un nuevo paradigma que moderni­zaría completamente el sistema económico del Ecuador, de la misma forma en que el Trolebús había sido un nuevo para­digma que modernizó por completo el sistema de transporte público en Quito. Al equipo le gustó la idea y adoptamos el nombre. Por comodidad, lo redujimos luego a “Ley Trole”.
Luego de enviar la ley al Congreso, y mientras esta era dis­cutida, era necesario adecuar las tasas de interés a la nueva situación monetaria. Por ese motivo, el 20 de enero firmé el decreto que puso en vigencia el desagio, con lo cual bajaron las tasas de interés y se ofreció un gran alivio a la población. Sus disposiciones permitieron regular la situación financiera hasta que entró en vigencia la Ley Trole dos meses más tarde.

6 El desagio ordenaba el reajuste automático, de acuerdo con una tabla, de las tasas de interés activas y pasivas que habían sido pactadas en sucres o en dólares y que se encontraran pendientes de pago. El ajuste debía realizarse a partir del 11 de enero de 2000, por una sola vez e incluía los títulos valores del Gobierno Nacional emitidos a largo plazo.

7 Una omnibus bill (nombre en inglés) es una ley de gran tamaño y amplitud que cubre una serie de tópicos diferentes y no necesariamente relacionados entre sí.

EL BARCO MALTRECHO NAVEGA HACIA PUERTO SEGURO.

El fin de semana siguiente al anuncio de la dolarización, al tiempo que hacíamos la revisión final de la Ley Trole con el equipo de la Presidencia, hicimos una encuesta entre los ciu­dadanos que demostró un rebote en la imagen del Gobierno y un creciente apoyo ciudadano a nuestra gestión. Por primera vez en los últimos 12 meses había cambiado la tendencia nega­tiva a una positiva: el 22 % de los encuestados calificaba mi ges­tión como buena o muy buena, un incremento a casi el doble en una semana. “Jamil Mahuad sube (…). Consiguió que en el Ecuador se vuelva a instalar la confianza”, señaló un análisis del diario El Comercio 1

1 El Comercio, 16 de enero de 2000.

Las declaraciones públicas de los diputados mostraban que tendríamos en el Congreso el apoyo de una gran mayoría de los diputados a la dolarización: más de 90 de un total de 121. 2

2. 35 diputados de la Democracia Popular, 27 del Partido Social Cristiano, 22 del Partido Roldosista Ecuatoriano, 4 del Frente Radical Alfarista, 2 del Partido Conservador y un diputado independiente..

Solo quedaron por fuera los diputados de la Izquierda Democrática, Pachakutik y otros partidos de izquierda y de la extrema izquierda.
Todas las visiones que proyecté en mi invitación a los ecua­torianos sobre el “derecho a soñar” empezaron a cumplirse al instante: no hubo más devaluación, las tasas de interés cayeron, la especulación con dólares cayó y los capitales dejaron de fugarse del país. Solo hubo una excepción: tomó tres años —y no un año como habíamos planeado inicialmente— llegar a la inflación de menos de un dígito, donde ha permanecido hasta hoy, 17 años más tarde3

3 .La inflación se comportó de la siguiente manera: 48,50% en 1990; 48,70% en 1991; 54,60% en 1992; 45,00% en 1993; 27,30% en 1994; 22,90% en 1995; 24,40% en 1996; 30,70% en 1997; 43,41% en 1998; 60,70% en 1999; 91,01% en 2000; 22,00% en 2001; 9,36% en 2002; 6,10% en 2003; 1,95% en 2004; 0,60% en 2005; 2,27% en 2006; 3,32% en 2007; 8,83% en 2008; 4,31% en 2009; 3,33% en 2010; 5,41% en 2011; 4,16% en 2012; 2,70% en 2013; 3,67% en 2014; 3,38% en 2015; 1,12% en 2016; -0,20% en 2017; y 0,27% en 2018. En 2019 la economía experimentó una deflación de 0,07%. Estos datos se pueden consultar en el capítulo 4 de la publicación del Banco Central del Ecuador titulada “90 años de información estadística”. Ver: Banco Central del Ecuador (s.f.). 90 años de Información Estadística. Series Históricas 1927-2017. Disponible en: https://bit.ly/38Bm3GM.

La mejoría de la imagen del Gobierno, la amplia mayoría legislativa que apoyaba la dolarización, el uso del dólar como moneda ecuatoriana, la reducción de las tasas de interés y el ambiente de esperanza que volvía a vivir el Ecuador después de años de incertidumbre económica nos permitían en la Presidencia y las oficinas del Ejecutivo vislumbrar un país más estable, con mejores ingresos petroleros y mayor control del gasto público, con lo cual por fin el país estaría en óptimas condiciones para firmar un préstamo con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, las buenas noticias radicalizaron aún más al movimiento indígena, que miraba con preocupa­ción y rechazaba con fuerza la satisfacción con que el país reci­bió la decisión de dolarizar.